En el mes de marzo arrancó la implementación de un proyecto que propone el manejo adecuado de las aguas residuales de la producción porcina, mediante la instalación de biodigestores a diez familias en veredas aledañas del municipio de Trujillo, Valle del Cauca. El IMCA sirvió como acompañante a esta instalación y capacitación, pero el proyecto surgió hace más de un año cuando en la elaboración de los Planes de Vida se manifestó la preocupación de los habitantes de La Sonora, La Betulia y El Tabor frente a la contaminación del río Cáceres.
Un gran porcentaje de las viviendas en las tres veredas beneficiadas del proyecto, limitan o están cerca al río Cáceres y además son familias productores de porcinos, por lo que se priorizó este proyecto para evitar la contaminación de un río con importancia estratégica que pasa por 12 veredas, alimenta el río Riofrío y éste al río Cauca.
En la construcción participativa de los Planes de Vidas que se realizó el año pasado, las comunidades soñaron con un futuro deseado y vieron la necesidad de proponer un manejo adecuado de las aguas residuales de la producción porcina; un avance hacia una sostenibilidad local, fundamentada en el compromiso, la responsabilidad, el respeto y el amor por la naturaleza y la comunidad.
Los recursos del proyecto fueron apoyados por la gestión de la Fundación Amar y Servir de la Compañía de Jesús, el IMCA y la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia, pero el proyecto beneficia a sólo diez familias de las tres veredas, por lo que se espera que en un futuro, todas las familias, que en su gran mayoría son productores de cerdo, café y otras especies, tengan su propio biodigestor.
“Nuestra única opción era botar los residuos de los cerdos al río, no había otra manera. Ahora, no sólo no estamos contaminando sino que además tenemos beneficios que antes no teníamos” dijo Don Orlando, el primer beneficiado del proyecto.
El biodigestor además de evitar la contaminación del río, produce biogás para la cocción de alimentos de la familia beneficiada y produce un bio abono, abono orgánico que ellos pueden utilizar para sus propios cultivos. Además la calidad, el tamaño y la duración de vida útil del biodigestor es superior a la de otros biodigestores que ya existen en la zona.
El primer biodigestor que se instaló en la vereda La Sonora, sirvió para capacitar a los futuros beneficiarios y resolver todas las dudas que aparecieron en el camino.
El IMCA siempre apoyará este tipo de proyectos en donde se favorezcan intereses de toda una comunidad, donde se pueda avanzar de manera articulada y concertada hacia una sostenibilidad local y regional. Este tipo de proyectos se fundamenta en la construcción de una comunidad a través de una visión prospectiva, en donde la descontaminación de un río, la disminución de la tala de árboles y el correcto uso del abono orgánico hacen parte de una comunidad que construye vida con responsabilidad.
Por: Alejandro Ariza Buitrago
*(Foto de inicio por: Pedro Ojeda)