EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN, UNA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

El papa Francisco en su Carta Encíclica “Laudato si, sobre el cuidado de la casa común”, hizo un análisis que indica y ratifica la preocupante realidad que afronta el planeta tierra e invitó a actuar con diligencia, tomando las mejores y sabias decisiones para que de manera efectiva se puedan mitigar las consecuencias provocadas por las acciones destructivas que ha provocado la humanidad en su conjunto. Su mensaje central va dirigido a la necesidad de cambiar urgentemente el sistema social, económico y político en que se desenvuelve el mundo y que ha ocasionado que la mayoría de hombres y mujeres se muestren insensibles ante tantos acontecimientos que han puesto en riesgo no sólo la especie humana, sino otras formas de vida, incluso, algunas de ellas ahora hacen parte de la lista de especies en peligro de extinción y en el peor de los casos de las especies extintas.

En ese sentido, como acción propositiva se encuentra una de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús, la cual está orientada al cuidado de la casa común. Esta invitación es retadora sin duda alguna, pero su efecto universal la vuelve inspiradora y esperanzadora, pues aportar al cuidado de nuestro planeta, es aportar al bienestar colectivo y a la conservación de esas otras formas de vida que sin razón alguna se ponen en riesgo. De esta manera, desde el proceso de regionalización Valle del Cauca – Pacífico y en el marco de la celebración de los 500 años de conversión de San Ignacio de Loyola (año ignaciano), el Instituto Mayor Campesino – IMCA, propuso realizar una campaña orientada al cuidado de la casa común.

Esta iniciativa, organizada por el IMCA y su empresa social IMCA Hotel, implicó también aunar esfuerzos con el emprendimiento juvenil rural “Sembrando Vida Buga”. La actividad propuesta estuvo orientada a la siembra de especies nativas arbóreas en una zona de importancia ecológica de la cuenca del río Guadalajara. La invitación realizada tuvo una grata respuesta, pues el pasado 8 de agosto de 2021, un promedio de 25 personas pertenecientes al Colegio Berchmans y la Universidad Javeriana Cali, se dieron cita en la sede del IMCA, municipio de Buga, para participar en la jornada de la siembra de árboles nativos y así contribuir en el cuidado de la casa común. El sitio seleccionado en la cuenca del río Guadalajara fue el área circundante de la fuente de agua que abastece el acueducto comunitario de la vereda Alaska.

La actividad de siembra de árboles estuvo antecedida por un diálogo e intercambio de experiencias en torno al quehacer institucional del IMCA en el territorio; luego, se dio paso a una breve conversación sobre la realidad ambiental, haciendo énfasis en la importancia del bosque y los árboles. En seguida, se dieron las instrucciones técnicas para la siembra de los árboles nativos y las recomendaciones para el desarrollo de la jornada en campo. Posteriormente, se realizó el trayecto hasta la zona veredal seleccionada, un trayecto de más de media hora hacia la cordillera central, llevó al grupo de participantes a un paraje lleno de belleza paisajística reflejado en las múltiples tonalidades del color verde de la naturaleza, en las distintas formaciones montañosas, en el canto de las aves, en el sonido del agua que se abría paso entre rocas y en la risa de las personas que disfrutaban de ese ambiente natural.

Al llegar al sitio seleccionado, las personas se adentraron en una zona boscosa, cada una tomó en sus manos su árbol nativo y caminaron por un sendero que paso a paso llevó a descubrir un paraje nunca antes visto. El fresco de la temperatura hacía el caminar placentero, aún por caminos llenos agua y lodo, las personas reían a partir de bromas y comentarios que poco a poco fueron conectando la energía del bosque con la de sus visitantes.

Uno a uno los árboles se fueron plantando en los huecos dispuestos a lo largo del recorrido hacia la cascada de Alaska. Cada especie sembrada fue acompañada con un mensaje alusivo a la conservación ambiental y algunos de ellos a la memoria de algún ser querido; motivos no faltaron, pues las emociones brotaban y fluían como aquella corriente de agua que se abría paso y acompañaba el caminar. Al final, una pequeña cascada dio la bienvenida y fue el regalo de la madre naturaleza para quienes decidieron pasar un domingo distinto, haciendo una acción por el cuidado del ambiente. En ese espacio, la conexión con la madre tierra fue muy intensa, la caída del agua entre una peña de roca fue el escenario para agradecer por tan maravilloso espectáculo; no importó el tipo de calzado o la ropa que se usaba, al final todos y todas adentraron íntimamente con el agua como una manera de entrar en contacto profundo y sentir que somos parte de una sola casa, nuestra casa común.

Con una alegría quizá indescriptible, se retornó entre conversas agradables y reconociendo el valor de la actividad, pues la excusa de sembrar árboles, se convirtió en un espacio para compartir con la familia, con compañeros y compañeras de trabajo, conocer dinámicas sociales y adentrarse en un territorio con una diversidad de servicios ambientales. Un bello recuerdo, una grata experiencia quedará grabada en la memoria de quienes un domingo decidieron tomar camino y actuar de manera comprometida, pasando de la buena intención a una valiosa acción que trascenderá y tendrá efecto positivo para nuestra casa común.

Redacción

Pedro Antonio Ojeda Pinta

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