En un mundo donde los recursos naturales se vuelven cada vez más escasos y preciados, el Día Mundial del Agua emerge como un faro de conciencia, recordándonos la importancia crítica de un recurso que es fundamental para la vida misma. Sin embargo, en este día de reflexión y acción, es esencial profundizar en una faceta clave de la gestión del agua: La Gestión Comunitaria. Esta forma de manejo no sólo es esencial para garantizar el acceso equitativo y solidario al agua, sino que también ofrece una perspectiva única sobre la relación entre las personas y su medio natural.
La gestión comunitaria del agua es mucho más que un simple sistema de distribución; es un enfoque holístico que reconoce la interconexión entre las comunidades locales y los ecosistemas que las sustentan y a la vez provisionan el vital líquido. En regiones como el Valle del Cauca, esta forma de gestión ha florecido, alimentada por la necesidad imperante de cuidar, proteger y conservar las fuentes de agua locales en medio de los enormes desafíos ambientales y sociales globales.
Una de las dimensiones más fascinantes de la gestión comunitaria del agua es su capacidad para fomentar la participación ciudadana y el empoderamiento local, principalmente de las mujeres. En el Valle del Cauca, comunidades rurales se unen para conformar comités, juntas o asociaciones encargadas de la gestión comunitaria, donde cada voz cuenta en las decisiones relacionadas con la conservación y el uso responsable del agua. Este enfoque descentralizado y participativo no únicamente fortalece el tejido social, sino que también promueve la responsabilidad colectiva hacia un recurso compartido.
Además, la gestión comunitaria del agua es un catalizador para la innovación y la adaptación. Frente a desafíos como la escasez de agua y el cambio climático, estas comunidades rurales se ven obligadas a buscar soluciones creativas y sostenibles, desde la implementación de tecnologías de captación de agua de lluvia hasta la revitalización de sistemas de riego tradicionales; entonces, la innovación florece cuando se combinan el conocimiento tradicional con las prácticas modernas.
Un aspecto igualmente importante de la gestión comunitaria del agua es su enfoque en la justicia ambiental y la equidad. En el Valle del Cauca, donde las disparidades socioeconómicas son evidentes, el acceso al agua puede ser un factor determinante en la calidad de vida y el bienestar de las personas; sin embargo, a través de mecanismos de distribución equitativa, solidaria y hasta tarifas justas, las comunidades trabajan para garantizar que toda la población rural tenga acceso a este recurso vital, independientemente de su origen o estatus social.
Además, la gestión comunitaria del agua promueve la resiliencia frente a los desafíos ambientales y sociales. En un mundo donde la incertidumbre climática y los cambios en el uso de la tierra amenazan la disponibilidad de agua, estas comunidades se están preparando, a pesar de sus limitantes, para enfrentar los desafíos que se les presentan. La diversificación de fuentes de agua, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles, la educación ambiental y el fomento de la articulación social e institucional, son algunas de las estrategias empleadas para fortalecer la resiliencia de estas comunidades frente a la adversidad.
En última instancia, la gestión comunitaria del agua es un testimonio del poder transformador de la colaboración y la solidaridad. En un mundo marcado por la competencia y la división, estas comunidades rurales nos recuerdan que el cuidado del agua es un esfuerzo colectivo que trasciende fronteras y diferencias de cualquier tipo. De esta manera, en el Valle del Cauca y en el país en general, la gestión comunitaria del agua nos invita a imaginar un futuro donde el agua sea un bien común y un vínculo que nos une a toda la población.
En este Día Mundial del Agua, es imperativo reconocer y celebrar el valioso legado de la gestión comunitaria del agua en el Valle del Cauca y en todo el mundo donde se dé esta práctica. Desde su capacidad para promover la participación ciudadana hasta su enfoque en la innovación, la equidad y la solidaridad, estas comunidades nos ofrecen lecciones valiosas sobre cómo enfrentar los desafíos hídricos con resiliencia y determinación.
Mientras reflexionamos sobre la importancia crítica del agua en nuestras vidas, recordemos el papel esencial que desempeña la gestión comunitaria en la protección y preservación de este recurso vital para todas las formas de vida. Por eso desde la Federación de Organizaciones Comunitarias del Valle del Cauca – FECOSER y el Instituto Mayor Campesino – IMCA, seguimos acompañando, apoyando y fortaleciendo de manera articulada estas iniciativas locales que son la piedra angular de un futuro sostenible y equitativo incluyente, resaltando siempre que: “El agua en manos de las comunidades está más segura”.
Redacción:
Pedro Antonio Ojeda Pinta