LA VEEDURÍA CIUDADANA: NECESIDAD Y OPORTUNIDAD EN LOS TERRITORIOS

En el marco del proyecto “Agua para la Vida: Aporte al derecho humano al agua en comunidades campesinas de Colombia”, financiado por el Ayuntamiento de Vitoria, con el apoyo de la organización ALBOAN y ejecutado por el IMCA en los municipios de Restrepo y Ginebra,  se realizaron jornadas de fortalecimiento de capacidades en las que participaron líderes y lideresas de los acueductos comunitarios de las veredas Patio Bonito (Ginebra) y Potrerillo (Restrepo). Es importante destacar la participación activa y propositiva de las mujeres, quienes representaron el 48% de las personas participantes, reconociendo y fortaleciendo en ellas, sus habilidades y capacidades para el liderazgo democrático y colectivo, así como su capacidad crítica para velar porque no se perpetúen las desigualdades de género dentro de sus comunidades.

En este proceso de formación denominado “Diálogos para la Veeduría Ciudadana” y desarrollado el equipo profesional del IMCA adscrito al proyecto, se implementaron espacios de control ciudadano, entendidos como una modalidad de fortalecimiento de la participación de las comunidades beneficiarias en asuntos de su interés, con contenidos de vigilancia, monitoreo, seguimiento, evaluación y deliberación, todo esto condicionado, por la autonomía e independencia de los actores involucrados en el proyecto, como también por lo establecido en la normatividad colombiana que reglamenta las veedurías ciudadanas (Ley 850 de 2003). En esta normativa se establece que: “todos los ciudadanos en forma plural o a través de organizaciones civiles como: organizaciones comunitarias, profesionales, juveniles, sindicales, benéficas o de utilidad común, no gubernamentales, sin ánimo de lucro y constituidas con arreglo a la ley, están facultados para constituir veedurías ciudadanas”.

Con esta importante acción estratégica se consideró oportuno y necesario acompañar la conformación de las veedurías e implementar espacios para que quienes las integran fortalecieran las capacidades socioemocionales; reconociendo que, estos líderes y lideresas son quienes estimulan la paz y el capital social de las zonas rurales, pero que, debido a los contextos adversos no han tenido oportunidades para trabajar en el desarrollo y profundización de sus habilidades personales.

Después de evaluar y valorar la apropiación de conocimientos de las personas participantes en el proceso de formación a través de una encuesta inicial y final del grado de percepción de efectividad de la veeduría ciudadana para la gestión comunitaria del agua, se evidenciaron los siguientes aspectos:

  • Buena comprensión teórica de las temáticas abordadas: conceptualización de veeduría ciudadana, la identificación de las entidades que gestionan los trámites relacionados con el proyecto, la normatividad relacionada al tema en cuestión, aspectos relativos al liderazgo y la participación ciudadana, además de la sensibilización frente a la inclusión de las mujeres en los espacios de toma de decisiones al interior de las comunidades.
  • Interiorización de comportamientos y actitudes positivas en torno al ejercicio de veeduría, especialmente, al de liderazgo al interior de las comunidades; algunos de estos resultados iniciales y finales se relacionan a continuación: el demostrar respeto a las personas de la comunidad pasó del 36.4% al 90.9%; el trabajo por aumentar la confianza y autoestima de las demás personas en la comunidad se incrementó del 45.5% al 90.9%; el comunicar, inspirar y conseguir que la comunidad se involucre hacia un mismo objetivo aumentó del 45.5% al 81.8% ; mientras, la importancia de educarse y que eduquen a su comunidad se mantuvo en el 81,8%.
  • Frente al rasgo de percepción de efectividad en el ejercicio de veeduría ciudadana para la vigilancia y el control de proyectos, se evidenció que al inicio las personas encuestadas lo consideraban en un 72.7% como “medianamente efectivo” y un 27.3% lo calificaba como “poco efectivo”. Al final del proceso, la percepción pasó de ser negativa a positiva, encontrando que el 72.7% lo consideró como “efectivo” y el 27.3% lo percibió como “muy efectivo”.

Con todo lo anterior, se puede aseverar que el proceso de acompañamiento y fortalecimiento de capacidades contribuyó a: 1) construir relaciones de confianza y transparencia entre la comunidad y las instituciones que financian y/o ejecutan el proyecto, sobre la base del respeto mutuo y del acceso permanente a la información; 2) fortalecer los procesos de participación ciudadana y comunitaria, especialmente la inclusión de las mujeres en la toma de decisiones, en la gestión de los asuntos que les atañen y en el seguimiento y control de los proyectos de inversión; 3) entablar una relación constante entre las comunidades y el equipo técnico del proyecto, por ser éste un elemento esencial para evitar los abusos de poder y la parcialización excluyente; 4) cumplir los principios institucionales de solidaridad, respeto, transparencia, autonomía, equidad, cooperación y compromiso; 5) prevenir la corrupción y generar procesos para reducirla en todos los ámbitos.

De cualquier forma, desde el equipo profesional a cargo de la ejecución del proyecto, se considera que todo lo que se haga a favor de la defensa y el control de recursos públicos o privados, así como del ejercicio de las entidades públicas o privadas en cumplimiento de los fines esenciales para el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades, más que una obligación, es una necesidad para un país permeado por la corrupción, el clientelismo y la vulneración de los derechos humanos.

Redacción

Jessica Andrea Henao Escobar

Revisión y Edición

Pedro Antonio Ojeda Pinta

 

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